A dos
episodios para el final de la cuarta temporada, The Walking Dead nos
ofrece un episodio que al verlo te hace sentir de todo menos
indiferencia. “The Grove”, “La Arboleda” como se titula en
castellano, es el episodio que hizo que Andrew Lincoln le preguntase
a Scott Gimple, si estaba seguro que podía rodar un episodio así,
cuando leyó el guión. Al verlo y comprobar lo que sucede en él,
entendemos perfectamente porqué.
Este
puede ser una capitulo más lento que el anterior, dedicado a un sólo
grupo, el formado por Carol, Tyreese, Judith y las hermanas Samuels,
Lizzie y Mika. Pero el desarrollo de la acción que entrelaza escenas
de largar conversaciones, con una trama cogida de los cómics, lo hace
muy interesante. Con crudeza nos muestra como este mundo cambia a las
personas, como afecta a los que siguen vivos y como hace que las
mentes inmaduras asimilen, o no, lo que está sucediendo, y sobre
todo, hace que ni nos aburramos ni deseemos que el capitulo abandone
a esté grupo, para mostrarnos otro.
Los
lectores del cómic esperábamos esta trama, y no lo vamos a negar,
la deseábamos. A mitad de la temporada a más de uno se nos pasó
por la cabeza que podría tener lugar, y cuanto más escenas
protagonizaba la pequeña Lizzie, más nos convencíamos que su
destino y el de su hermana iba a seguir el mismo camino que el de los
gemelos, Ben y Billy del cómic.
Así ha
sido en gran medida, pero como casi siempre hay adaptaciones y
grandes cambios de una ficción a otra. En la serie de AMC, Carol
tiene gran importancia en la trama, junto con Tyreese, pero ella es
tan importante en lo que sucede en este episodio, como ambas hermanas
Samuels. Nadie puede olvidar su papel en la prisión enseñando a los
niños a usar armas, ni como se hizo cargo de las niñas cuando estas
perdieron a su padre. Todo lo que pasó en la primera parte de la
temporada cobra sentido y fuerza en este episodio.
Lizzie
pasa de estar confusa y matar pequeños roedores a, estar
completamente trastornada y asesinar a su propia hermana, con el fin
de demostrar que los caminantes son buenos y lo más desquiciante de
todo, ella los escucha. Esa escena se lleva el capítulo por entero,
citando la misma frase del cómic.
¡Gracias
Gimple, por esos guiños que los fans tanto amamos y valoramos!
Pero
este episodio cierra también otra trama, una que llevaba abierta
desde el comienzo de la temporada. Aunque algunos teníamos claro qué mano acabó con la vida de Karen y David, otros aún dudaban de la
autoría de Carol. Pues ya no quedan dudas. Carol confiesa su crimen
ante un hundido Tyreese. Y la reacción del hombre, aunque se puede
llegar a entender, hace que desde ahora podamos apodarle Tyreese “el
compasivo”.
Se
podría decir mucho, muchísimo más de este episodio, pero es uno de
esos momentos de la serie que no se pueden describir con palabras.
Este episodio es para verlo, vivirlo y disfrutarlo, en un cómodo sofá
y con palomitas de acompañamiento. Es un episodio que nos recuerda
que nos atrajo en un primer momento al universo creado por Kirkman, y
sobre todo que no olvidemos que en The Walking Dead, nadie está a
salvo. Por si alguno pensaba que lo de Sophia había sido una mera
anécdota.
Por
último, una mención especial para Melissa McBride y para Brighton
Sharbino por su espectacular interpretación de sus personajes, Carol
Peletier y Lizzie Samuels respectivamente.
R.I.P:
Pequeñas Samuels.
PD: Look
At The Flowers (Mira las Flores)



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